“Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los
mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando
vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos
de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay
hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y
hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las
chumberas. Aquéllos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad
sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la
llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha
diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con
tatuajes que después nadie ha de borrar ya. “
Disponible en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario